Lunes 1ro de julio de 2013
| El gobierno encabezado por la presidenta Cristina Fernández está
utilizando un sistema biométrico que, gracias al nuevo DNI, en pocos
años tendrá un registro de rostros y huellas dactilares de toda la
población. Si bien la presentación del sistema SIBIOS –Sistema Federal
de Identificación Biométrica para la Seguridad- se realizó en noviembre
de 2011, el debate y la discusión política han sido escasos a pesar de
ser la mayor violación a las libertades individuales desde el regreso a
la democracia en la Argentina.
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En noviembre de 2011 el gobierno nacional argentino presentó el sistema SIBIOS
(Sistema Federal de Identificación Biométrica para la Seguridad). Se
trata de un nuevo sistema de identificación biométrica centralizado, con
cobertura nacional, que permitirá a los organismos de seguridad (Policía Federal, Gendarmería, Prefectura, Policías provinciales) y otros organismos estatales (puede ir la Infografía) cruzar información con datos biométricos y otros datos personales.
Un dato biométrico es una característica física única que permite
identificar con poco margen de error a una persona. Ejemplos de estos
datos son las huellas dactilares, el ADN, la geometría de la mano,
análisis del iris, análisis de retina, venas del dorso de la mano,
reconocimiento facial, patrón de voz, firma manuscrita, análisis
gestual, etc.
Como si fuese un plan perfectamente ejecutado, la noticia ni sonó en los grandes medios de comunicación ni tampoco tuvo ningún tipo de debate a nivel social y político,
algo que sí sucedió en la mayoría de los países donde se quiso
implementar este tipo de tecnologías intrusivas y controversiales.
Pocos
gobiernos democráticos en el mundo han logrado concretar un plan tan
ambicioso como este, al que sin dudas podríamos calificar como la mayor violación a las libertades individuales desde el regreso a la democracia en Argentina.
Han sido numerosos los países que han emprendido proyectos similares y
que no han podido implementarlos, bien sea por la resistencia de la
sociedad o por declararlos inconstitucionales.
Otros países
En Inglaterra, una de las democracias más vigiladas del mundo, en el año 2010 una ley obligó al estado a destruir todos los registros biométricos almacenados,
derogando la ley del 2006 que creaba un registro nacional de identidad
donde se almacenaban los datos de las tarjetas de identidad. Algunas de
las razones de su fracaso fueron las inquietudes expresadas por
organizaciones de derechos humanos, activistas, profesionales de
seguridad informática y expertos en tecnología así como de muchos
políticos y juristas. Muchas de las preocupaciones se centraron en las
bases de datos que almacenaban los datos de las tarjetas de identidad,
luego de que algunas dependencias estatales “perdieron” discos con datos
pertenecientes a 25 millones de británicos.
En EE.UU., a pesar de los intentos de varios gobiernos, no existe a la fecha ninguna tarjeta o documento de identidad nacional,
ni tampoco hay una agencia federal con jurisdicción en todo el país que
pueda emitir tarjetas de identidad de uso obligatorio para todos los
ciudadanos estadounidenses. Todos los intentos legislativos para crear
una han fracasado debido a la tenaz oposición de los políticos tanto
liberales como conservadores, que consideran al documento nacional de
identidad como un signo de una sociedad totalitaria (En EEUU no existe
un registro de identidad). A pesar de ello luego de las
ocupaciones de Irak y Afganistán el ejército estadounidense construyó
una base de datos con registros biométricos de 1 millón de afganos y 2
millones de irakies.
En Francia en marzo de 2012 se
declaró inconstitucional la ley que establece que más de 45 millones de
sus habitantes deberán digitalizar sus rostros y huellas dactilares
en lo que se convertiría en la mayor base de datos de registros
biométricos de aquel país. Los argumentos para tomar esa decisión fueron
que la nueva ley viola los derechos fundamentales a la privacidad y
presunción de inocencia.
El Nuevo DNI argentino
En 2011 se comienzan a entregar los nuevos DNI,
por primera vez en la historia argentina. Los tan necesarios DNI -a
diferencia de muchos países en Argentina es obligación identificarse
cuando la policía lo requiera y para la mayoría de los trámites en
organismos estatales y privados- son entregados en un tiempo récord:
solo una demora de entre quince y treinta días y no como anteriormente
cuando la espera podía llegar a demorar mas de un año. Ahora está claro
que la contraparte de facilitar y agilizar en todo el país el trámite
para obtener el nuevo DNI es obtener lo más rápidamente posible los registros biométricos (rostros y huellas dactilares) de los cuarenta millones de argentinos.
En marzo de 2012, hace más de un año, el gobierno señaló que había 14 millones de registros biométricos y que llegarían a completar los 40 millones de argentinos en los siguientes dos años.
El objetivo de SIBIOS: vigilancia masiva y menos libertades
En el discurso de presentación del sistema SIBIOS, la presidenta argentina señaló que este representa “un salto cualitativo en la seguridad y en la lucha contra el crimen”, gracias a la posibilidad de poder identificar a cualquier persona en tiempo real “sobre todo hoy donde hay en casi todos los lugares cámaras que permiten filmar e identificar rostros”.
Con el nuevo sistema se podrá identificar a cualquier persona que
circule por un espacio público donde haya cámaras de videovigilancia y
si es necesario personal policial podrá mediante un lector de huellas
dactilares conocer en tiempo real la identidad de un individuo.
¿Por qué el uso de la biometría atenta contra nuestra libertad?
El potencial de abuso de un sistema de estas características es incalculable, sobre todo conociendo el poco feliz historial de nuestras fuerzas de seguridad: desde poder identificar a los participantes de una manifestación pública, hasta poder controlar a alguien en base a sus movimientos, cruzando datos con otros registros privados y estatales.
En un estado realmente democrático una herramienta como SIBIOS otorga demasiado poder al Estado y reduce significativamente el de sus habitantes.
Como señalábamos en otra nota, ya estamos viviendo en una sociedad de control,
sociedad que se propone aplicar a cada uno de sus miembros dispositivos
de control y vigilancia que antes estaban únicamente destinados a los
delincuentes.
Para el filósofo Giorgio Agamben,
en las sociedades de control, la relación normal del Estado con los
ciudadanos es biométrica, es decir, de sospecha generalizada: todos
somos criminales en potencia que vivimos en un Estado de excepción
permanente que está haciendo desaparecer la distinción entre la esfera
pública y la privada. En este estado de excepción, el Estado de
derecho es desplazado cotidianamente por la excepción, y la violencia
pública del estado queda libre de toda atadura legal.
SIBIOS
es un exponente de este estado de excepción permanente, de este nuevo
Estado biométrico que viola nuestras libertades en nombre de una mayor
seguridad para la población.
Por todo esto decimos que SIBIOS es el mayor atropello a las libertades individuales desde la vuelta a la democracia,
principalmente porque es invasivo a nuestra privacidad y porque viola
el principio de presunción de inocencia. Por otra parte las supuestas
ventajas de la biometría son más que discutibles. Mientras la creciente
industria de la seguridad y la biometría convence a políticos y
empresarios de su fiabilidad y precisión hay innumerables ejemplos de
que esto no es tan así. (Ver Biometría insegura)
5 argumentos contra el uso de la biometría y de SIBIOS
1. Dá demasiado poder al Estado a costa de nuestras libertades
2. Viola nuestro derecho a la privacidad y el principio de presunción de inocencia
3. Es un arma de doble filo por el potencial de abuso de los datos almacenados
4. La biometría no es una tecnología infalible y ya se han demostrado muchos de sus fallos
5. La biometría es una tecnología que mientras más tolerada y
aceptada sea, más facilita la implantación de un estado totalitario
Fuente: Control de acceso