Hace ya unos años, durante una gira
Up To Secure, daba una
charla sobre lo difícil que se ha convertido el trabajo de encargarse
de la seguridad de los sistemas de una organización. Comenzaba con un
hombre y una mujer felices en su
CPD. Al hombre le faltaba un puro, una copa de coñac y
El Marca para ser feliz allí. Ese
CPD
era su reino. Una foto ensoñadora. Era feliz porque no había usuarios.
Ni compañeros manazas. Ni superiores que tocan el sistema informático
sin saberlo. Era su reino de cómputo. Nada que hiciera prever el destino
final de los administradores de sistemas como
Bastard Operators From Hell a lo Wardog.