Se trata de un
cordobés de 53 años que está acusado de robar cientos de miles de pesos
de cajeros, a partir de un ardid en el que usaba pura tecnología y nada
de violencia. Lo capturaron en Malargüe.
Un hombre se acerca hasta la puerta de vidrios donde hay un cajero
automático. Mira el lector de las tarjetas magnéticas para ingresar al
recinto y coloca uno que él mismo lleva. Luego hay que entrar hasta
donde están el o los cajeros
automáticos y con rapidez colocar una
microcámara lo más imperceptible posible en la parte posterior del
aparato: la cámara tiene que apuntar al teclado.
Las víctimas, sin saberlo, dejarán dos huellas que a los ladrones les
serán de gran utilidad: una, cuando pasen su tarjeta en el lector falso,
dejarán los datos de la cinta magnética; dos, cuando introduzcan la
tarjeta en el cajero y tecleen su clave, los estarán filmado. Después,
los ladrones se llevarán el lector de ellos y, a partir de una tarjeta
magnética virgen, harán un clon con los...
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