Cuando el 7 de noviembre de 2011 la presidenta
Cristina Kirchner presentó el Sistema Federal de Identificación
Biométrica para la Seguridad (Sibios) y lo mostró como un enorme paso
hacia la modernización del Estado y la lucha contra el delito, pocos
repararon en las implicancias que tiene ese inédito programa de registro
de personas, que carece de controles externos a las fuerzas de
seguridad que ya lo usan.
Pero el mundo cambió rápido. En junio de 2013, el
programador Edward Snowden reveló Prism, un masivo y global programa de
vigilancia informática de los Estados Unidos, que reactivó el debate
sobre el derecho a la privacidad y el anonimato en la era digital
y el riesgo de la hipervigilancia estatal. Ahora, varias organizaciones
no gubernamentales están lanzando su voz de alerta sobre el impacto de
Sibios.
Además del uso de las huellas digitales, el sistema
-desarrollado en cooperación tecnológica con el gobierno de Cuba-
también escanea biométricamente los... Continuar leyendo