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Por
María Gabriela Ensinck | Para LA NACION
En
Trascendence, identidad virtual,
su más reciente película, Johnny Deep interpreta a un especialista en
inteligencia artificial que hace un backup de su mente en una
computadora..., que tras su muerte cobrará existencia autónoma y ubicua.
Sin entrar en la ciencia ficción, cada día, nuestros pensamientos,
preferencias y emociones se ven reflejados en miles de posteos, fotos
tageadas, tuits, likes, correos electrónicos y búsquedas online. Muchas
veces no somos nosotros, sino nuestros amigos, contactos o seguidores y
sus amigos, contactos y seguidores quienes suben y replican toda esa
información, que circula fuera de nuestro control en la nube.
El sueño de una Internet de las cosas, en la que el televisor, la
heladera y hasta la ropa que usamos estén interconectados y nos
solucionen temas domésticos, como qué cocinar, o nos recomienden ofertas
para comprar online, se está volviendo realidad y pesadilla.
"
Hoy somos 6500 millones de habitantes, con 6500 millones de equipos
conectados. En 2020 seremos 8000 millones de personas con 150 mil
millones de cosas conectadas, y habrá 57 bytes de información por cada
grano de arena en el mundo", profetiza Jim Reavis, especialista en
Seguridad y
Privacidad online y cofundador de la ONG Alianza para la
Seguridad en la Nube (CSA, por sus siglas en inglés).
Con una Web cada vez más móvil y ubicua, mantener la
privacidad de los
datos personales se ha vuelto una utopía. Y la sensación de estar siendo
espiado se convirtió en certeza, sobre todo después de que el ex
técnico de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA) Edward
Snowden revelara, en junio de 2013, cómo el gobierno de su país sigue el
rastro de mandatarios, empresas e individuos a través de la Web.
El costo de la privacidad
Acceder a información y los servicios en Internet parece gratis, pero no
lo es. A cambio de este beneficio, los usuarios entregan gran cantidad
de información sobre sus necesidades, hábitos e intereses, lo que
alimenta un bombardeo publicitario segmentado con cada búsqueda o
mensaje online.
Hasta el momento, el modelo de negocios de Internet ha funcionado de esta manera, pero "
en
el futuro es probable que convivan varios esquemas, y muchos usuarios
preferirán pagar para navegar en la Web a cambio de que sus datos no
sean recolectados", dice Brendon Lynch, jefe oficial de
privacidad de Microsoft.
Los consumidores están cada vez más preocupados por su privacidad
online, según surge del informe Privacy Index, elaborado por la compañía
tecnológica EMC, para el que encuestó a 15.000 usuarios de Internet en
15 países. Según este estudio, sólo un 27% de las personas está
dispuesto a ceder cierto grado de
privacidad a cambio de "
servicios más convenientes y personalizados".
Sin embargo, este porcentaje varía según el país. Mientras un 61% de
los encuestados en la India dijo abiertamente que estaría dispuesto a
ceder
privacidad a cambio de mayor conveniencia, sólo un 36% de los
alemanes opinó lo mismo. En México y Brasil (el estudio no incluye a la
Argentina), ese porcentaje se acerca al 50 por ciento.
Pero a pesar de su preocupación por la privacidad, muy pocos usuarios
actúan realmente en consecuencia. El 62% de los encuestados no cambia
regularmente sus contraseñas, el 33% no personaliza las opciones de
privacidad en las redes sociales y el 39% no usa password para bloquear
sus equipos móviles. No obstante, la mayoría ha tenido malas
experiencias: un 25% dice haber sufrido el hackeo de su cuenta de correo
electrónico, el 18% perdió o le fue robado su teléfono móvil, y al 17%
le hackearon su cuenta en las redes sociales.
Y aquí se da otra paradoja. Más de la mitad de los usuarios (60%)
considera que el gobierno y las compañías proveedoras de Internet son
las principales responsables de velar por la privacidad de los datos.
Sin embargo, el nivel de confianza en la capacidad y ética de estas
organizaciones es del 58 y 49 por ciento.
El encanto de lo efímero
Las redes sociales fugaces como Snapchat o el aplicativo Slingshot de
Facebook, que permiten enviar mensajes e imágenes con fecha de
caducidad, o que se autodestruyen después de ser vistos, tienen cada vez
más adeptos. En el primer caso se trata de una red social para
compartir imágenes y videos, que desaparecen luego de ser vistos. En el
aplicativo de Facebook, el contenido también se autodestruye, pero para
poder verlo el usuario tiene que mandarle una foto o un video a su
interlocutor.
También la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp tiene su
competidor más discreto. Se trata de HushHushApp, un aplicativo para
chatear sin revelar el número de teléfono o correo electrónico. Todos
los mensajes y archivos enviados están cifrados y se puede definir
contacto a contacto quién puede ver si estamos o no conectados, o si
hemos leído o no el mensaje.
Al contrario de lo que suele pensarse, los más jóvenes son quienes más
se ocupan de su privacidad online. Una encuesta del Instituto de
Internet de la Universidad de Oxford entre 2000 usuarios británicos
reveló que el promedio de edad de quienes nunca habían comprobado su
configuración de privacidad en las redes sociales es bastante alto: 43
años. Por el contrario, la edad promedio de quienes sí lo hacían es de
26. En el extremo están los adolescentes: casi el 95% de los encuestados
de 14 a 17 revisan lo que comparten con su vida social y con quién, y
ajustan su configuración de privacidad según la ocasión.
Reputación online
"Información privada no es lo mismo que información secreta. Y de
hecho las personas quieren compartir información, pero en un entorno
controlado -destaca Lynch-. Cada persona tiene derecho a elegir con quién comparte qué información."
Un concepto nuevo, el de la reputación online, está cobrando cada vez más importancia para las personas. "
Cada
uno de nosotros crea su imagen digital, a través de opiniones en blogs,
foros, tuits, fotos, videos y links que recomendamos. Otras personas
pueden aportar sus comentarios, tagearnos en imágenes, y así contribuyen
a moldear positiva o negativamente esta imagen", apunta Jacqueline
Beauchere, responsable de Seguridad Online en Microsoft y vicepresidenta
de la Alianza Nacional para la Ciberseguridad (NCSA).
"
Periódicamente debemos revisar la configuración de seguridad y
privacidad en nuestras redes sociales, y determinar quién puede ver
nuestra información y agregar comentarios", recomienda la
especialista. Es conveniente separar el perfil profesional del personal,
y para esto hay redes sociales diferentes: Facebook y Flickr son más
apropiadas para las cuestiones personales, y Linkedin para cuestiones
profesionales y de negocios.
La imagen online es cada vez más importante para el desarrollo de una
carrera. Según una investigación de Microsoft, el 79% de los empleadores
en los Estados Unidos chequea información de los candidatos en Internet
y las redes sociales, y no se limita a las puramente profesionales. "
Muchos
reclutadores consideran este tipo de información como muy relevante, y
70% ha rechazado candidatos en base a lo que encontraron online", destaca Beauchere.
Contenido completo en fuente original La Nación