Se trata de un
cordobés de 53 años que está acusado de robar cientos de miles de pesos
de cajeros, a partir de un ardid en el que usaba pura tecnología y nada
de violencia. Lo capturaron en Malargüe.
Un hombre se acerca hasta la puerta de vidrios donde hay un cajero
automático. Mira el lector de las tarjetas magnéticas para ingresar al
recinto y coloca uno que él mismo lleva. Luego hay que entrar hasta
donde están el o los cajeros
automáticos y con rapidez colocar una
microcámara lo más imperceptible posible en la parte posterior del
aparato: la cámara tiene que apuntar al teclado.
Las víctimas, sin saberlo, dejarán dos huellas que a los ladrones les
serán de gran utilidad: una, cuando pasen su tarjeta en el lector falso,
dejarán los datos de la cinta magnética; dos, cuando introduzcan la
tarjeta en el cajero y tecleen su clave, los estarán filmado. Después,
los ladrones se llevarán el lector de ellos y, a partir de una tarjeta
magnética virgen, harán un clon con los datos que quedaron de la tarjeta
de la víctima. Luego mirarán la película en la que la víctima teclea su
clave en el cajero y sabrán los cuatro números secretos.
A la tarjeta clonada que ya tiene los datos de la verdadera, los
delincuentes la introducirán en cualquier cajero y, como ya saben los
números, sacarán el dinero que les plazca; un monto que puede llegar
hasta los 15 mil pesos. Luego se van del cajero con la plata y sin
levantar sospecha alguna. Un golpe perfecto, limpio, sin armas ni
situaciones violentas para las víctimas. La única violencia es la que
experimentan los dueños de las cuentas cuando caen en que las mismas han
sido vaciadas.
El especialista en este mecanismo (conocido como “skimming”; ver aparte)
es un cordobés de 53 años llamado Oscar Enrique Bonardi, con varias
detenciones por este tipo de delitos. Por eso algunos lo llaman el rey
de las tarjetas clonadas. Y por eso llevaba una vida llena de lujos en
su provincia hasta que Delitos Económicos de Córdoba le puso los ojos
encima a partir de casi 100 denuncias que lo involucran.
El jueves pasado fue detenido en
Malargüe junto con un cómplice en una
estación de servicios cuando se preparaban para abandonar el
departamento con aparentes intenciones de recalar en Mendoza y, de
seguro, vaciar más cajeros
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Según explicó el titular de la seccional 24 de
Malargüe, Daniel
Ciardullo, “a los sujetos los venían siguiendo desde Bariloche. Un grupo
de detectives del Centro de Investigación Criminal (CIC) de la Policía
Judicial de Córdoba, nosotros e Investigaciones teníamos el dato de que
estaban de paso por el departamento y cuando los vimos en la estación
de servicios fue que los apresamos”.
En la camioneta Chevrolet Captiva último modelo en la que se movilizaba
Bonardi -quien iba acompañado por el ex agente penitenciario cordobés
Diego Ramón Amarilla (29)- los efectivos hallaron gran cantidad de
prueba: “47 mil pesos en efectivo, dos netbook, una tablet, cien
tarjetas adulteradas con banda magnética, lectores de ingreso a cajeros,
cámaras de teléfonos celulares, baterías de celulares, pegamento para
adherir las cámaras y hasta pintura con la que camuflaban los lectores
de ellos para colocarlos en las puertas de los
cajeros. En los lomos de
las tarjetas clonadas se veían las claves secretas robadas y anotadas
con un fibrón”, según dijo Ciardullo.
El dúo Bonardi-Amarilla llevaba una vida delictiva casi romántica, según
tiene acreditado el fiscal especial de Córdoba, Mariano Antuña; los dos
viajaban por el país, cometían el mismo tipo de delito para el que
contaban con toda la tecnología, y se quedaban pocos días en las
ciudades.
Luego partían -como hicieron la semana pasada cuando llegaron a Malargüe
desde San Martín de los Andes- y se las agarraban con otros cajeros de
otras ciudades o pueblos. La policía tiene la certeza de que ambos
estaban al tanto de que eran seguidos.
“Además, hay que explicar que se trata de un delito 'portable' en el
espacio y en el tiempo -explicó un sabueso de Delitos Económicos- porque
la información de las tarjetas ya está en poder de los delincuentes y
pueden ingresar a la cuenta cuando deseen y desde donde quieran. En
muchos casos la primera operación (el robo de datos y la clonación de la
tarjeta) se hace en una ciudad, y el robo (ingresar a la cuenta de la
víctima y llevarse el dinero) se lleva a cabo en otra, o incluso en otro
país”.
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De acuerdo con los registros periodísticos, Bonardi comenzó con este
tipo de delitos entre 2007 y 2008 en Córdoba. A partir de una pesquisa
iniciada por del fiscal cordobés Enrique Gavier quedó acreditado que
Bonardi clonaba tarjetas en Capital federal y vaciaba las cuentas de la
víctimas en Córdoba.
El 19 de agosto de 2011 fue condenado a cuatro años de prisión como
coautor de “defraudación calificada mediante el uso de tarjeta de débito
falsa”. En el fallo se indica que le comprobaron 38 casos pero se
sospecha que fueron más.
En abril de este año, al “especialista en cajeros” lo detuvieron en
Capital Federal, en las inmediaciones de un banco Macro de calle
Scalabrini Ortiz al 1700, cuando personal de Banelco descubrió que había
instalado un falso abrepuertas en la sucursal.
Sin embargo, su abogado logró excarcelarlo a las pocas horas. Este caso
fue cubierto por los diarios nacionales ya que llamó mucha la atención
el modus operandi del estafador.
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En libertad, Bonardi, y en Córdoba -donde se destaca por practicar
deportes de riesgo- cayó bajo el ojo del fiscal de Delitos Complejos
Mariano Antuña, a quien le llegaron más de ochenta denuncias idénticas
acerca de desfalcos a diversos cajeros automáticos.
De ese modo, se libró una orden de detención pero el 20 de setiembre de
este año, cuando fueron a buscar a Bonardi, ya no estaba.
“Según los investigadores, tras huir de Córdoba, los dos estuvieron en
Santa Fe y luego viajaron hacia Mendoza. Estafas similares que iban
siendo denunciadas en esas provincias hicieron pensar que se trataba de
las mismas personas”, publicó en su edición de ayer el diario cordobés
La Voz del Interior.
En la seccional 24 de Malargüe, Bonardi y Amarilla están en celdas
separadas y prácticamente no se han comunicado entre ellos. “Se portan
bien y no ha venido nadie a visitarlos; es más, están incomunicados por
pedido de la Justicia”, explicó el comisario Ciardullo, quien indicó que
debido al aspecto “limpio” de ambos detenidos, “muy pocos podrían
sospechar que se trata de dos estafadores tan sofisticados”.
Mañana, una comisión de la Policía de Córdoba vendrá por ambos.