Hoy te invitamos a pensar sobre cómo sería el mundo si todas nos decidiéramos a ser hackers.
«Hacker, usando la palabra inglesa, quiere decir divertirse con el
ingenio [cleverness], usar la inteligencia para hacer algo difícil. No
implica trabajar sola ni con otras necesariamente. Es posible en
cualquier proyecto. No implica tampoco hacerlo con computadoras. Es
posible ser una hacker de las bicicletas. Por ejemplo, una fiesta
sorpresa tiene el espíritu del hack, usa el ingenio para sorprender al
homenajeado, no para molestarle.» Richard Stallman.
Según la Wikipedia (referencia casi obligada hoy en día); un hacker
es: Gente apasionada por la seguridad informática. Esto concierne
principalmente a entradas remotas no autorizadas por medio de redes de
comunicación como Internet (“Black hats”). Pero también incluye a
aquellas que depuran y arreglan errores en los sistemas (“White hats”) y
a los de moral ambigua como son las ”Grey hats”.
Una comunidad de entusiastas programadoras y diseñadoras de sistemas
originada en los sesenta alrededor del Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT), el Tech Model Railroad Club (TMRC) y el Laboratorio
de Inteligencia Artificial del MIT.2 Esta comunidad se caracteriza por
el lanzamiento del movimiento de software libre. La World Wide
Web Internet en sí misma es una creación de hackers.
La comunidad
de aficionadas a la informática doméstica, centrada en el hardware
posterior a los setenta y en el software (juegos de ordenador, crackeo
de software, lademoscene) de entre los ochenta/noventa.
Yo prefiero el concepto que dice que una hacker es una apasionado por lo
que hace, más allá de la informática. Lo que me hace pensar en hackers
carpinteras, hacker campesinas, hacker doctoras; lo que une a todas esas
personas no es su vínculo a un software, sino su determinación de
producir conocimiento y compartirlo. Tal vez esto sea porque por mi
edad: provengo de los viejos clubes de electrónica, ajedrez y
aeromodelismo que armábamos en algún garage alrededor de las viejas
Lupín.
Es más, una hacker no es un especialista profesionalizada, eso vino
mucho después cuando las informáticas debieron cotizarse en un mercado
que exigía de ellas; seguridad y una ética acorde a las leyes. Pero esas
hacker a excepción de contadas excepciones no comparten su
conocimiento, son gente que promueve una elite que aglutina el
conocimiento como las monjes negras de la Edad Media.
Estas “hacker” vinculadas a la ética y al Open Source (Fuentes
Abiertas), con costumbres casi similares a las mercenarias de la Black
Water, funcionan como gendarmes en su propia tierra. Y están al servicio
de empresas privadas y de organizaciones estatales como la NSA
estadounidense. Empiezan a formar parte de la fuerza represiva y se
autodenominan sombrero blanco (como las heroínas de los western que
llevan siempre un sombrero de ese color).
Un ejemplo es Snowden; el arrepentido, que eligió una ética más
acorde a lo que es una hacker libre. Generalmente aquellas que terminan
denominadas Black Hat (Sombrero Negro) o Red Hat (sombrero rojo). Eligió
la libertad de las usuarias a la suya propia. Más allá de qué sombrero
nos calcemos; lo importante es este concepto de libertad como
responsabilidad social; o sea priorizamos el beneficio de la mayoría.
Ahora; si decimos que hay carpinteras, campesinas, periodistas,
médicas hacker. ¿Yo soy una hacker? La mejor respuesta sería que sí;
pero no es tan simple.
Todas somos hackers en nuestra primera infancia, en ese lapso de tiempo
que desarrollamos la curiosidad y la exploración como formas del
conocimiento y que compartimos todo desde los juegos a los
descubrimientos somos sin duda en esencia hackers.
Entonces ingresamos en la escuela y ya en los primeros años nos hacen
hincapié en la necesidad de tener la propiedad de nuestros
útiles-recursos, rompiendo la cotidianidad de compartir que
desarrollamos en la educación preescolar y en nuestros hogares.
Se
nos enseña que compartir no está bueno, y nuestras madres, por la
presión social; adoptan esa misma postura. Debo decir que muchas veces
en estos años de maternidad (25), he peleado agriamente en las reuniones
de madres de mis hijas; por la falta de solidaridad que empiezan a
manifestar las madres con sus hijas;y aclaro, ser solidaria no significa
comprarle la última Play o exigir al maestro que no lo reprenda o
evalúe si no estudió. Ser solidaria con nuestras hijas es exigir a la
maestra que no limite el conocimiento de nuestras hijas y que no
califique aquello de lo que no sabe, es decirle al maestro que se atreva
a aprender, a compartir el conocimiento y los mecanismos con los que
llego a ellos.
Ahora ¿las leyes avalan el compartir? Sin duda las leyes son
contrarias al hackerismo, al hecho de una sociedad de pares que avance
por la acción del esfuerzo y el desarrollo colaborativo, a la libertad
de todos sus miembros como pares.
Tenemos leyes que regulan la propiedad de la tierra como derecho de
una elite y de unos cuantos elegidos o beneficiados por programas de
crédito (la propiedad como compensación), leyes que promueven la
propiedad intelectual como un derecho sólo inherente a la autora y sus
herederas hasta 70 años después de su muerte, limitando los desarrollos
derivados de esa obra sin autorización y regulación de su autora, leyes
que promueven el patentamiento convirtiéndose muchas veces en temas muy
delicados como lo es el patentar cadenas de ADN. Estas leyes apuntan a
eliminar a la hacker, a la desarrolladora alternativa de conocimiento.
Imaginen si todo este conocimiento estuviera liberado a disposición
de cualquiera, o sea estuviesen publicados los métodos, los mecanismos,
los resultados, los errores y las dificultades de cada desarrollo y obra
realizada; o sea que cualquiera de nosotras pudiera replicar
absolutamente todo, estudiarlo, modificarlo, mejorarlo y distribuirlo
nuevamente. ¡Cuánta innovación y mejora en la evolución social, se
produciría y sería volcada a mayores mejoras! Pero contrariamente a este
mundo donde todas participamos del desarrollo humano debemos temer lo
peor, la manipulación de los alimentos, las enfermedades y la vida.
Imagínense ustedes que descubren una vacuna efectiva contra el SIDA
basadas en una cadena de ADN que existe sólo en una especie; pero ese
conocimiento es patentado por un laboratorio en un país donde estos
derechos duran 100 años. Y por esas cosas del destino su propietaria es
una blanca católica y racista fanática (podría decir budista lo
importante aquí es su fanatismo), que decide no compartir ese
conocimiento con las paganas y los no blancas. Cierra totalmente las
fuentes y nadie puede acceder a esas investigaciones por fuera del
laboratorio. El SIDA sería curado en todas las blancas católicas, pero
no así en el resto de la humanidad. Aún peor imaginen que esta empresa
es un laboratorio que produce transgénicos y tiene una semilla que
germina sobre las piedras sin necesidad de agua, ni tierra; pero su
ingestión dispara ciertos retrovirus que poseemos en nuestra herencia
genética. Y ellas producen a su vez en su departamento de Biomedicina
una vacuna que regula la acción de esos retrovirus. Imaginen el circulo
vicioso de retroalimentación económica, manipulando nuestros alimentos y
nuestras enfermedades. Y excluyendo a los sectores problemáticos
podrían dejarlos morir, seleccionando a las útiles para el mundo que
ellas desean.
Estos monopolios existen gracias a estas leyes que ocultan el
conocimiento y nuestra capacidad para saber lo que hace cada producción o
manipulación humana; el conocimiento libre hace un mundo mejor, donde
la vida es respetada.
Este monopolio del conocimiento es lo que una hacker repudia; una Hacker respeta la vida.
Compartir está bueno. Y está bueno porque de esa manera compartimos
conocimiento, todas aprendemos lo necesario para subsistir, para hacer
sustentables nuestras comunidades. Como habitante de la Pampa del sur
cordobés; vivo permanentemente el tránsito de maquinaria agrícola, con
la posibilidad de contaminación y la enfermedad de muchas. Pero ninguna
de nosotras podemos acceder a las fuentes de los productos utilizados
para saber las consecuencias de su uso al ambiente y sus habitantes. Eso
se evitaría liberando las fuentes de esas obras.
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