Técnicos y abogados especialistas en seguridad informática analizaron
las huellas que dejan nuestro paso por la red. Qué recaudos son
necesarios en un manejo que pasa de práctico a peligroso, en sólo un
click.
Enciendo la computadora, me meto en Facebook y Twitter, y reviso mi
cuenta de LinkedIn. Hago una recorrida por los diarios online, "googleo"
información que me pueda resultar útil y pago cuentas. Me voy a
trabajar y, en la calle, desde el celular, converso con amigos por
Whatsapp. Desde el trabajo, sigo navegando en
Internet y envío algunos
mails. Vuelvo a casa, hago un poco de todo lo previo, y apago la PC.
Estoy por ir a dormir; mientras tanto, ¿quién se quedó con qué datos
míos?
La semana pasada se conoció un informe que detalla que, entre el 1 de
enero y el 30 de junio de este año, un total de 71 países, incluida
Argentina, solicitaron a Facebook información sobre 39 mil cuentas de
usuarios, de las cuales un 53,9% fueron requeridas por Estados Unidos.
La lógica indica que, cuanto más conectados estamos a
Internet, más
información divulgamos en lugares que desconocemos. Pero, ¿qué
implicancias tiene esto? Expertos coincidieron en que, ya sea que
mandemos un mail, miremos un video o entremos a una red social, todo,
absolutamente todo, se está guardando.
Para
Cristian Borghello, director de Segu-Info y
Segu-Kids,
sitios que ofrecen acabada instrucción respecto de este tema, resulta
problemático que no terminemos de comprender cuál es la naturaleza de
esta tecnología ni para qué la podemos usar.
"Estamos confundidos,
pensamos que la vida virtual se queda dentro de nuestra computadora, y
que nunca va a afectar nuestra vida física. Nada más alejado", señaló.
El especialista estableció que si encendemos la PC utilizando Chrome,
Google toma nota de la hora, y arma un hábito de navegación. Registra
qué horarios maneja el usuario y si estuvo conectado al servidor en todo
momento. Además, si se utiliza Windows, Microsoft adquiere cierta
información respecto de la rutina.
NUEVA MONEDA
Borghello explicó que, al ingresar a una página, la publicidad ofrecida
almacena la dirección IP (sin siquiera tener que hacer click en el
banner).
"Es un mecanismo que usan todas las empresas grandes
-Google, Facebook, Microsoft y Twitter-. Si subimos fotos o comentamos
algo, si volcamos nuestro número de tarjeta de crédito en algún sitio,
todo es "trackeado" (del inglés "tracking" que significa "seguimiento")
y almacenado en grandes bases de datos, utilizables hoy, mañana o
dentro de diez años. Esto se llama "huella digital" de Internet", recalcó.
El titular de Segu-Info y Segu-Kids analizó que las empresas podrán conocer nuestros hábitos y, así, orientar la publicidad.
"En alguna medida, la moneda del futuro será la información que las redes sociales y las distintas empresas tengan de uno mismo", apuntó. Qué pasa con la intimidad, es otro cantar.
Al respecto, el doctor Ricardo Sáenz, fiscal de la Cámara Criminal y
especialista en la temática, manifestó que lo fundamental es el
autocontrol. "Entramos en un conflicto que cruza la comodidad de hacer
las cosas online y el riesgo de no
privacidad al que exponemos nuestros
datos", consideró. Según el letrado, suma dificultad el hecho de que las
redes sociales sean empresas extranjeras, a las que se les brinda todo
tipo de datos, todo el tiempo.
Sáenz aseguró que hay acciones judiciales realizables, por ejemplo, si
se abre un perfil falso en Facebook que se quiere denunciar, o cuando se
recibe un insulto desde alguna red social. No obstante, advirtió que
"hay
una autorización primera, la que se determina a partir del "acepto,
acepto, acepto" cuando se nos presentan las políticas de privacidad. Son
contratos de adhesión en los que no hay apéndice para decir "en esto no
estoy de acuerdo": aceptás, o no, en el momento en que abrís la cuenta".
Por otro lado, en lo que al plano legal respecta, el doctor Daniel
Monastersky, abogado especialista en delitos informáticos y director de
www.identidadrobada.com, señaló que, desde 2008, se considera delito el
acceso a contenido informático ajeno en un dispositivo, según la ley
26.388, que tipifica conductas como el acceso indebido a sistemas
informáticos, el daño informático y la violación de comunicaciones
electrónicas (mensajes privados de Twitter, Facebook y correos
electrónicos).
CON CAUTELA
Si vamos a tramitar algo online, hay que usar el sentido común... el
menos común de los sentidos. Monastersky apuntó que los datos de
tarjetas de crédito deben volcarse en una página segura, que empiece con
"https" (protocolo de seguridad del "http").
"Nunca se va a estar inmune, pero hay que tomar medidas para minimizar los riesgos", indicó.
En consonancia, Katz resaltó que todo depende del usuario. Aseguró que
las plataformas online proveen herramientas suficientes como para que
uno, con buenas prácticas, tenga seguridad en su cuenta.
"Se debe
llevar la configuración de privacidad al máximo, y tomar en
consideración los riesgos, desde violación de la confidencialidad y de
la integridad -que es apelar contra la propia imagen-, hasta el
explícito robo de identidad", enfatizó.
El experto destacó que los sitios proveen medidas como para que el
usuario no quede comprometido. Sin embargo, contempló que "si se ingresa
a un sitio seguro a través de una red no confiable o pública, o desde
una computadora ajena, entonces la seguridad se desvanece".
PASE USTED...
Una herramienta que surge en la contienda por la privacidad es la tan
mentada contraseña; según Borghello, el medio de protección de datos más
utilizado y fácil de transgredir en Internet. El especialista apuntó
que una opción es armar una frase de la cual se extraen las primeras
letras de cada palabra. Por ejemplo, de la oración "Qué interesante es
esta nota periodística", la contraseña sería "Qieenp". Se genera una
regla mnemotécnica que crea una palabra que no está en el diccionario de
ningún idioma.
El hecho es que, como sostuvo Borghello,
"si entra a Internet, no sale jamás."
Todos corremos riesgo de que nuestros datos circulen más allá de la
propia expectativa. ¿Moraleja? No facilitemos la tarea a quienes nos
quieran perjudicar.