
El "
sexting"
(publicar imágenes íntimas falsas o reales de alguien) es una de las
modalidades más comunes hoy en día. Así lo asegura Sandra Liliana
Rivera, especialista en familia y en trabajo social de la Corporación
Corpolatin, entidad que maneja la línea 106, donde se hacen muchas de
las denuncias de acoso a
menores. La experta conversó con El País y dio
claves para enfrentar este problema.
¿Cuáles son las señales que me indican que hay un caso de ciberacoso?
A veces los adolescentes pueden hacer bromas a través de medios
electrónicos, pero se convierte en ciberacoso cuando ya es algo
prolongado en el tiempo. Hay una insistencia y una intención permanente
de hacer daño, de disminuir sicológicamente al otro.
¿Cuál es el trasfondo de estos casos?
Tiene que ver con las relaciones interpersonales entre los
adolescentes. Los chicos generalmente tienen dificultades en sus
relaciones y, en algunos casos, usan estos medios para hacer daño al
compañero. Hay que profundizar en los hogares y las instituciones
educativas sobre la convivencia. Cuando hay una sana convivencia en un
grupo de estudiantes del mismo salón es una manera de prevenir este tipo
de comportamientos.
¿Cuál es el rango de edades más común en el que pasa esto?
Es más pronunciado en adolescentes, entre 12 y 17 años. Los niños, cada
vez a edades más tempranas, están teniendo acceso a medios electrónicos:
tabletas, celulares de alta gama, etc. Los padres deben manejar esto
con mucha responsabilidad. Hay muchos chicos acosados por adultos que se
hacen pasar por niños. El ciberacoso es un delito, las nuevas leyes
frente a los adolescentes señalan que son responsables penalmente por
sus malas acciones después de los 14 años. Un joven de 15 años que hace
sexting a su compañera de salón tiene que responder ante la ley por esa
situación porque es un delito, lo que pasa es que los jóvenes
generalmente no tienen esta información y lo toman como un juego.
¿Cuáles son los efectos del acoso cibernético?
El ciberacoso genera efectos emocionales que tienen que ver con
depresión, ansiedad, baja autoestima y en muchos casos, la deserción
escolar. Los chicos que sufren esto no quieren volver al colegio,
presentan niveles de ansiedad altos, se relacionan poco con los padres,
están ensimismados y no quieren salir de la casa.
¿A dónde pueden acudir las familias que padecen por esta situación?
Nosotros les podemos recibir la información en la línea 106 y también
pueden ser llevados a la sala de denuncias de la Fiscalía. Es importante
que padres y niños tengan orientación. El primer paso es que el niño
quiera hablar de la situación, porque hay muchos
menores que están
viviendo, por ejemplo, casos de sexting y por vergüenza con sus
familiares guardan la información y sufren de manera solitaria.
Hay algo muy importante y es el papel de los observadores: si por
ejemplo hay una fotografía que pone en evidencia a un chico o chica y
llega al celular de un compañero, él tiene la decisión de reproducirla o
borrarla. Los observadores son clave para que el ciberacoso se
disminuya.
Hay que concientizar más a los muchachos que están alrededor. Es un
grupo contra un solo niño y cuando un niño consigue aliados, va a tener
un apoyo. Si un compañero recibe una foto de estas y dice: mira, no me
parece que estés mandando esto y no lo reproduce, el efecto del acoso es
otro.
Como padre, si me entero que mi hijo está pasando una situación de estas ¿qué debo hacer?
Lo que hay que tener claro es que el uso de las tecnologías, tanto en el
hogar como fuera de él, debe ser negociado, debe tener un límite
frente a los tiempos. Los padres deben hablarlo con los hijos de una
manera sincera, cálida y amigable. En la medida en que me comunique de
manera asertiva y cálida con mis hijos, el riesgo disminuye. Esto
trasciende las relaciones familiares, en la medida en que se conozca a
los amigos, a los conocidos, haya confianza de diálogo, hay la
posibilidad de hablar de los riesgos.
¿Todos los casos de ciberacoso terminan en las autoridades?
El sexting debe necesariamente ser trabajado de la parte legal. Si es un caso prolongado de acoso, también.
En la medida en que un victimario se entere de que esto es un delito,
los casos van a disminuir. El victimario también tiene dificultades,
tiene problemas de conducta, de ansiedad y puede seguramente tener
problemas de autoestima, estamos hablando de niños y adolescentes.