Se han cumplido dos años desde que
Edward Snowden
revelase al mundo los programas de espionaje de la NSA y, como
consecuencia, el mundo digital ha dejado de ser el mismo. Empresas como
Google han mejorado la seguridad de sus sistemas para preservar la
privacidad de los usuarios y también han surgido múltiples servicios
para mejorar el secreto de nuestras comunicaciones.
El sector privado no es el único que ha reaccionado ante los casos de
espionaje masivo de la NSA y algunos gobiernos, además de mostrarse
críticos, han tomado cartas en el asunto para mitigar la exposición de
las comunicaciones de sus ciudadanos. En un mundo en el que más del 90 %
del tráfico de datos mundial viaja a través de cables submarinos de
fibra óptica, que según las revelaciones de Snowden
se podían interceptar,
la Unión Europea ha anunciado el despliegue de un cable submarino para
unir, de manera directa, el territorio europeo con
Latinoamérica.
La red BELLA y el cable EulaLink
La red BELLA (Building Europe Link to Latin America) de la Unión Europea
es mucho más que un cable submarino. Es un ambicioso proyecto de
despliegue de red que unirá, mediante enlaces terrestres, Venezuela,
Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina y varios puntos de Brasil
para, después, desplegar un cable
submarino para unir esta red con el
continente europeo, concretamente con Portugal.
Este cable submarino que unirá Latinoamérica con
Europa era un asunto
del que se venía hablando desde hacía tiempo: un proyecto de despliegue
que surgió a raíz de las revelaciones de Snowden y que estaba
planificado para ejecutarse en este año 2015. El
EulaLink, que es como se llama este cable, es un proyecto que llevarán a cabo
Telebras (el antiguo operador gubernamental de comunicaciones de Brasil) e
IslaLink
(un operador de cable de España que es especialista en desplegar y
operar redes de cables submarinos) y para el que la UE aportará 25
millones de euros.
Los 25 millones de euros que aporta la Unión Europea seguramente sean
insuficientes para cubrir el presupuesto total del proyecto. Siempre se
comentó que el gobierno de Brasil también iba a sufragar parte del mismo
y, según ha indicado la Unión Europea en su nota de anuncio, el
proyecto se articulará mediante una colaboración público-privada, por
tanto, tanto IslaLink como Telebras también aportarán capital (además de
ejecutarlo).
Uno de los objetivos es apoyar la investigación científica y la
cooperación Europa-Latinoamérica. Una comunicación directa permite
reducir el retardo y, por tanto, abre las puertas a trabajar en remoto
con sistemas como el LHC de Ginebra o el Observatorio de Atacama en
Chile. Además, también es un importante refuerzo para el despliegue de
conexiones de banda ancha en
Latinoamérica. La Unión Europea tipifica en
que un 10 % de aumento de penetración de banda ancha en la población de
un país tiene un impacto positivo de 1,4% de aumento del PIB de ese
país.
Sin embargo, el despliegue de este cable submarino también supone un
hecho muy significativo desde la perspectiva de la independencia
tecnológica de Estados Unidos. Este despliegue que arrancará este año y
que culminará en 2017, supondrá que las comunicaciones de datos entre
Europa y
Latinoamérica no pasarán por Estados Unidos (y actualmente,
prácticamente la totalidad de las mismas pasan por el país que puso en
marcha los programas de espionaje masivo de la NSA).