Es fácil mentir al decir cuántos años tenemos. Y lo es más aún en
Internet. Dos investigadores españoles trabajan en avances que agudizan,
mediante inteligencia artificial, la identificación de la edad real de
los usuarios, y que podrían mejorar la protección de los menores en las
redes sociales. Se trata de nuevas técnicas que se basan en el análisis
facial y textual de los
usuarios.
Se sabe, por ejemplo, que en las conversaciones en las que se produce
acoso sexual, existe un patrón de comportamiento generalizado en el que,
a diferencia de los frecuentes cambios de tema usuales en cualquier
otro tipo de chat, el acosador se centra en el aspecto sexual e ignora
cualquier intento de su interlocutor de cambiar de conversación. Se
sabe, también, que los menores no suelen subir fotos de paisajes a sus
perfiles en las redes
sociales y que esto es un comportamiento
típicamente adulto, aunque quien lo haga afirme, en su perfil, que tiene
14 años.
El Doctor en Matemáticas por la Universidad Complutense de Madrid José
María Gómez Hidalgo y el estudiante de Informática Andrés Alfonso
Caurcel han sido galardonados con el séptimo Premio Novática por su
artículo
Avances tecnológicos en la protección del menor en redes sociales. En él abordan este tipo de aspectos.
Ambos han desarrollado, además, junto con un grupo de la Politécnica de
Madrid, “unas técnicas basadas en el análisis de cara y del
comportamiento sexual tomando como referencia la red Tuenti”, le explica
Gómez Hidalgo, que también es director de I+D en Optenet, a TICbeat.
El objetivo de estas investigaciones es “aproximar la edad real de los
usuarios y, en el caso de que sean menores o de que sean adultos que
establecen contactos con menores, avisar a red social sobre posibles
contactos pederastas”.
Los autores del artículo consideran que tiene mucho sentido, dados los
avances en tecnología de reconocimiento facial en redes sociales como Facebook,
aplicar estas técnicas a la detección de la edad a partir de las
imágenes que suben los
usuarios de sí mismos, que son muchas. Estos
métodos, explica Gómez Hidalgo, estudian los contornos de la cara, como
el ancho de la boca, de la mandíbula, el punto intermedio entre las
cejas o la punta de la nariz.
El texto Avances tecnológicos en la protección del menor en redes
sociales también recuerda que técnicas como el estudio del uso de
determinadas palabras y secuencias en chats puede ayudar a establecer la
edad de quien las escribe con una precisión de alrededor del 90%.
Hacia una investigación proactiva, y no reactiva
Como indica Gómez Hidalgo, se trata de que las investigaciones sobre
comportamientos que puedan poner en peligro a menores sean proactivas, y
no reactivas, como sucede ahora. “Las redes sociales”, denuncia,
“investigan solo bajo denuncia, y ni siquiera investigan todas las
denuncias”. A este respecto sí señala una excepción: la de Tuenti . “Son
los más comprometidos hasta donde yo sé”, cuenta, “y colaboran con la
Guardia Civil y con la asociación
Protégeles”.
La red social española cuenta con un equipo de revisores especializados
que se dedican a revisar manualmente perfiles de
usuarios a la espera de
encontrar comportamientos sospechosos. “Este tipo de cosas”, señala
Gómez Hidalgo en referencia a los avances en los que trabaja,
“facilitarían su trabajo”. Un sistema automático, añade, “se puede
equivocar”. Pero sí puede ahorrar trabajo a la hora de señalar aquellos
perfiles que sean sospechosos, para su posterior revisión manual. Es
decir, ahorraría la revisión exhaustiva de uno por uno.
La educación es lo primero
Aun así, Gómez Hidalgo recalca que el primer paso en el proceso de
protección a los menores reside en la educación, y empieza por los
padres, a quienes se debe ayudar a eliminar o, al menos, reducir la
brecha de conocimiento que los separa de sus hijos, nativos digitales.
Estos avances deben ejercer de paso intermedio, detalla, de manera que
ni los padres deleguen su labor de tutela en los software de control
parental ni se vean obligados, una vez que sus hijos tengan cierta edad,
a la supervisión continua y exhaustiva de todo lo que hacen en la red,
puesto que los menores, recuerda, también tienen derecho a la intimidad.