
Existe una equivocación muy profunda que es considerar al docente una
trabajadora más y no una desarrolladora de formas del conocimiento que
es lo que era. Su paulatino abandono de las funciones independientes del
“quehacer educativo”, como la experimentación y la investigación
dejando ese espacio en las “especialistas” de la pedagogía, es una de
las causas del deterioro de la educación como forma de las creaciones
humanas y de las formas de instrumentar la educación. Transformándose en
una forma de garantizar un empleo dentro del estado y sus socias
privadas, el docente ha perdido su esencia como artesana del tejido de
los conocimientos y es esta perdida y no otra la que ha dejado a las
comunidades en tanto lugar de desarrollo de diversidad aisladas,
privatizadas de facto, vaciadas de una continuidad del conocimiento
milenario de las diversas ecologías y tecnologías, desarrolladas por la
humanidad.
Creo que el principal problema es la dinámica inercial que domina la
educación y que su transformación en labor proletaria sindicalizada no
ha beneficiado. Cuando hablo de proletarización y sindicalización, no
abono la teoría de las derechas de “que el docente perdió la vocación”,
sino que apunto a que la sindicalización no fue un vehículo de
profundización libre de licencias del conocimiento y del saber, sino un
mero reclamo de mejora salarial y mejoras en los derechos en tanto
trabajadora. La sindicalización docente en todos los niveles no
significó un espacio de mejoramiento de los conocimientos, sino una
mayor adaptación de los maestros, profesoras e instructoras a los
requerimientos de las patronas y en base a eso negociar mejoras en la
educación. En la Argentina la última gran resistencia de los docentes a
un plan educativo precarizado fue la Carpa Blanca de Plaza de Mayo en
los noventa, que terminó contentándose con mejoras laborales ante el
desgaste de sus participantes, la malversación de la lucha que
instrumentaron los medios de comunicación y la indiferencia de un pueblo
que mira la educación como un problema ajeno o mira a los docentes como
un inoportuno que se pliega a huelgas y no tiene donde dejar a sus
hijas.
Esta
mirada tiene que ver con que las dirigentes sindicales docentes se han
camuflado efectivamente con las burocracias sindicales de la industria.
Hoy nos maravillamos del alto nivel de fracaso existente en las mesas
de ingreso de las universidades, cuando nuestros hijas han sido
educadas por docentes de lengua y literatura que escriben “baca” en vez
de “vaca” o docentes de matemática que dicen que 4 x 0 = 4. Los docentes
a los que entregamos la inocencia y la cabeza de nuestras hijas son
producto de este sistema, por lo tanto carecen de autonomía en la
generación de saberes y de autogestión del conocimiento. No poseen
curiosidad y nadan en piletas de soberbia egocentrista, por tener un
título o sea una certificación del estado o una privada autorizado para
ejercer ese rol.
Esa precarización es producida con la complicidad de los sindicatos,
en prejuicio de la comunidad, y naturalizada por los docentes al ser
excluidos vía sindicalización de la generación de saberes y ser
incluidos en la cadena de replicadoras de saberes permitidos. Ante esta
realidad por supuesto que la joven va a preferir al docente “piola” que
les concede los mayores permisos a riesgo de abusar de ellas, o aquel
docente que le enseña cosas nuevas, que “genera” formas de conocimiento
al margen del sistema.
Esto legaliza por un lado el mandato totalmente confuso: “Tenés que
estudiar en la universidad”, sin más opciones que aquellas que les son
útiles al sistema. A la vez, no existe un desarrollo de las estudiantes
en la educación primaria y secundaria, que les de herramientas y las
habilite a desarrollar una autonomía y una autogestión que les permita
“hacer conocimiento”. La labor docente es evitar este desarrollo y dar
los limitados conocimientos permitidos.
Esto no cambia en la universidad. Las universidades no son en la
actualidad un lugar de desarrollo y mejoramiento del conocimiento
“público”, de la integración social y el crecimiento de la comunidad de
pares, muy por el contrario impera una lógica privatista donde la
generación de conocimientos se sponsorea y se distribuye entre quienes
pueden pagarla. Para las demás se ha permitido eso que llamamos hardware
abierto o tecnología apropiada.
Las políticas públicas apuntan a una profundización del estado
Nacional-Popular-Privatista, que proclama la soberanía tecnológica,
económica, alimentaria, energética en sus discursos y propagandas, pero
cierra tratos millonarios en los despachos con las Corporaciones. Son
las Corporaciones las que han instrumentado una educación vasalla de la
transgénica y la digitalización con una ética basada en el consumo y no
en el respeto de la vida.
Esto hubiera sido imposible con una docencia pensante, investigadora y
desarrolladora de formas de hacer conocimiento, por eso se la
sindicalizó y se la burocratizó, en un largo pero efectivo proceso de
precarización. Esto debo reconocerlo también fue posible a ingenieras
sociales que fordizaron la labor docente, vaciándola de contenido y
resignificándola.

Defensor del software libre y el No a
las patentes desde 1995. Usuario de MUSIX-UTUTO-DRAGORA. Miembro de
LUNAR (movimiento de software libre argentino disidente de SOLAR).
Haklab Barracas.
Creador del Proyecto Hackuelas.
Escritor de Ciencia Ficción y de Historias Sociales,
http://proyectosmigrante.gzpot.com/