El laburo de informar conlleva una responsabilidad. Y te lo digo no atajándome, sino contándote por qué contar esto. Difundir una vulnerabilidad es muy distinto a dar la dirección postal y poner la foto de la casa de una testigo protegida, así como también es distinto a mostrar la cara de alguien que está acusada de un crimen sin que se haya probado que se cometió. ¿Por qué? Porque basta con que nuestro rostro aparezca en un medio masivo con algún rótulo (ej: “Acusada de violar a su hija”) para que, movidas por el rechazo al delito del que se acusa a alguien, manifestemos nuestro odio en contra de la acusada, sin notar que está acusada, que no se ha comprobado que así sea, que delito y culpable son cosas distintas.

Seis palabras en un medio masivo, bastan para condenar sin juicio a una persona.

Esas 6 palabras en un medio masivo, suelen condenar a esta persona de por vida -porque la mina vuelve a su barrio y sigue habiendo estado acusada- aunque durante el juicio se compruebe su inocencia. Luego las autoras del titular, publican que “la liberaron”, pero no dicen que se comprobó su inocencia en el titular, sólo que le dieron libertad.

La diferencia aquí, es que, más allá de los escraches, publicar una vulnerabilidad es obligar a resolverla.

Lo que sigue es contarte que podés tirar abajo un avión desde tu celular, no te voy a decir cómo, pero te voy a contar que se puede.