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Existe una diferencia entre el adolescente que estudia, practica algún
deporte, sale con amigos y pasa un buen rato en Internet, y aquél que
apenas llega a su casa se encierra en la habitación y se conecta a la
red o a la “Play”. O el que come sin dejar de mirar el celular. O el
que no participa de los planes familiares –un cumpleaños, una tarde en
la plaza, un partido de fútbol– porque prefiere el chat o los juegos
en línea. Hace cinco años, apuntan los especialistas consultados por
Clarín, estos últimos eran casos aislados. Ahora son motivo de consulta
de parte de los padres, que se dan cuenta tarde de que su hijo se
volvió un "adicto" a la
tecnología.
Los chicos que hoy tienen entre 11 y 17 años nacieron con la pantalla.
Son multimedia, son visuales, tal como define Roxana Morduchowicz en
su libro “Los adolescentes del siglo XXI”, publicado hace dos años.
Allí la especialista en culturas juveniles ofrece algunas
estadísticas: nueve de cada diez
chicos de entre 15 y 17 años tienen
celular propio, la mitad tiene tele en su habitación y el 25%, PC.
La escuela habilita el uso de la Web para hacer la tarea, por ejemplo.
También es un ‘lugar’ de entretenimiento y de contactos. Pero su uso
excesivo puede poner a los chicos en riesgo. “Hace cinco años éste no
era un tema de consulta. Hoy atendemos casos de
chicos de entre 14 y
15 años que pasan un promedio de trece horas conectados a la red.
Incluso hemos modificado el cuestionario de rutina entre los
pacientes. A las preguntas habituales de qué deporte practican, si
desayunan o estudian, le agregamos otro interrogante: ¿Cuántas horas
pasás en Internet?”, dice el pediatra Enrique Berner, jefe del
Servicio de Adolescencia del hospital Argerich y miembro de FUSA.
Agrega que los padres llegan preocupados a la consulta y, en general,
cuando el problema está instalado.
Además de llegar preocupados, ¿cómo describen los padres “eso” que les
pasa a sus hijos? Responde Stella Rivadero, psicoanalista y docente
de la Institución Fernando Ulloa: “Refieren que no saben qué hacer
para que vuelvan a jugar o participen de las charlas o programas
familiares. O que hablan en un lenguaje ‘tecno’ que para ellos es
difícil de comprender, que no logran que el chico se despegue del
celular. A esa altura, se ausentó el cuerpo, el tono de voz, la
mirada”. La especialista aclara que se trata de nativos digitales, y
que en determinados casos la
tecnología favorece síntomas que forman
parte de su estructura. Más simple: si el chico tiene de base fobia al
contacto con otros, conectarse a la Web resulta un buen recurso para
evadirse.
El Instituto de Juegos de la Ciudad realizó hace unos años un estudio
sobre uso de nuevas tecnologías entre alumnos de escuelas secundarias
porteñas públicas y privadas. De acuerdo al informe, la mitad de los
encuestados dijo jugar en línea todos los días un promedio de 4 horas.
El 86% refirió que le daban ganas de seguir jugando, el 80% habló de
"alegría" y el 60%, de bronca al perder. ¿Pero qué es lo que los
atrae tanto? Verónica Mora Dubuc, psiquiatra y directora de esa
investigación, observa:
"Los juegos tienen componentes de atracción
que estimulan los circuitos de recompensa y provocan sensaciones de
intensidad que son buscadas a repetición por los jugadores. El efecto
claro de un buen juego es que divierte y evita el aburrimiento. La Red
es accesible y segura. Ahora, si ese deseo afecta su mundo de
relaciones, rendimiento escolar y calidad de sueño, entonces hay un
problema".
Consejos para padres
De acuerdo a los especialistas consultados por Clarín, el sentido común
es fundamental para darse cuenta si un adolescente presenta problemas
con el uso de la
tecnología. Si come un sandwich mientras teclea el
celular, si no quiere participar de eventos familiares ni se prende en
salidas con amigos, entonces hay que prestar atención al asunto.
SClBLo ideal es no esperar para hacer la consulta. Que un tipo de
actividad se haga en forma excesiva ya es un motivo claro de alarma.
La fórmula ideal sería así: el tiempo volcado a la Web debe "empatar"
con el estudio, el deporte y las salidas del hogar. En resumen,
Internet no debe ser inhabilitante. Criar a chicos que nacieron
conectados es un verdadero desafío para los padres porque ellos no son
nativos digitales. Si la idea es que repartan el tiempo entre el
colegio, el deporte y la Web, lo ideal es que los padres hagan lo
mismo. Esto significa que no vale que los padres lleguen de trabajar y
se pongan a jugar a la Play Station o que estén chateando durante la
cena.SClBDe detectar el problema, lo recomendable es que se realice
una consulta con un especialista en el tema lo antes posible. En
general, el tratamiento consiste en entrevistas familiares y a los
chicos y padres por separado. Durante esas charlas, con los
adolescentes se trabajan temas de la vida cotidiana.
Por: Victoria De Massi